Se sucedieron los informes sobre detenciones por motivos políticos, tortura, juicios injustos y ejecuciones sumarias. Entre los miles de presos políticos encarcelados durante el año había presos de conciencia; algunos estaban detenidos sin cargos ni juicio y otros cumplían largas condenas impuestas en juicios injustos. La flagelación y la amputación de dedos seguían utilizándose como penas judiciales. Cuatro líderes religiosos fueron muertos en Irán y al menos un destacado opositor al gobierno fue muerto en el extranjero en circunstancias que indicaban que había sido ejecutado extrajudicialmente. Al menos fueron ejecutadas 139 personas, presos políticos incluidos.